Después de su anterior película “Caché” donde Haneke nos invitaba como espectadores a contemplar las distintas caras que tiene la violencia en esa complicada relación de un burguéscon un inmigrante que vivió con su familia y se relacionó con él en la infancia.
En la Cinta Blanca su última película tiene un gran valor metafórico pues nos retrata una comunidad en la que impera un código moral excesivamente exigente en especial con los niños que son constantemente torturados físicamente y psicológicamente. El espectador asiste atónito. El caso de un predicador que administra la fe de una iglesia protestante y tras descubrir que su hijo se masturbaba lo obliga a dormir con las manos atadas. Y fuerza a sus hijas a llevar una cinta blanca en el pelo a modo de recordatorio de condición de pecador del ser humano y de la necesidad de pureza.
El film plantea la pregunta ¿qué hizo que los niños de entonces se convirtieran en los adultos que siguieron el régimen nazi de Hitler?. Para ello Haneke presenta un grupo de niños a quienes le son impuestos valores absolutistas y que luego interiorizan desarrollando hábitos que los convertirán en los castigadores de quienes no comparten sus ideales. El guión nos ofrece y nos cuenta que en un clima de represión cotidiana y crueldad paterna, cualquier perversión política es posible, porque si el absolutismo es aplicado a un ideal, el mensaje se convierte en inhumano. El absolutismo es siempre violencia en cualquiera de sus formas.
Haneke de alguna forma nos sugiere la fuerte influencia que la religión, ya sea católica o protestante, puede llegar a ejercer sobre ciertas ideologías desarrollando en los individuos actitudes totalitarias e incluso xenófobas...
Retratar un mundo cruel, no quiere decir que sea cruel con el espectador. Como decía Sartre no hace falta que creas en Dios para ser amable con tus vecinos. No hace falta ser malvado para que uno se sienta culpable. Lo importante es no dejarse manipular, pues la tibieza en las formas fortalece los comportamientos y las conductas más intolerantes. El ser humano debe ser serio y asumir responsabilidades.
La violencia y la culpa presentes en los personajes del cine de autor de Michael Haneke que el nos presenta como ingredientes fundamentales en su obra, tienen su origen en nuestra sociedad. La violencia está en todas partes y el miedo nos hace tan dóciles ante quienes se cree quieren protegernos y desarma cualquier capacidad crítica.
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