La manipulación o negación de hechos históricos se está poniendo en práctica por unos cuantos “historiadores interesados”. Se trata de una estrategia ideológica de revisión del pasado que facilita la justificación de regímenes con conductas genocidas y belicistas. Hay autores como Pío Moa o César Vidal que pretenden hacer creer a la sociedad que fué la República y no el golpe de estado de 1936 con Franco a la cabeza lo que desencadenó en España una brutal guerra civil.
Hay que esperar que nunca tengan éxito las mentiras y que las generaciones venideras puedan acceder a una historia que se atenga honradamente a la realidad para evitar que cosas parecidas vuelvan a pasar, que no se repitan conflictos bélicos.
Esta es la esencia que se ha querido transmitir con la escritura de Areles, dejar constancia de que pasaron cosa dolorosas, injustas y ahí esta no sólo la memoria oral, sino muchos documentos que los propios represores legaron para la posteridad en muchos casos. Concretamente tenemos en nuestro poder las actas de defunción de algunos represaliados con fecha y hora de su asesinato. No imaginarían que esos “papeles” iban a confirmar lo que estuvo tantos años sabido y eso sí, silenciado a la fuerza.
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